26 enero 2008

turrón 1880

Científicos de la Universidad de Stanford han realizado un estudio inutil como tantos otros en Ciencias (sic) Humanas. Han ofrecido a un grupo de 21 voluntarios cinco botellas de vino de las que no les daban a conocer más que el precio. Entre ellas dos botellas del mismo vino se presentaba con dos precios, uno asequible (10 euros) y otro más elevado (45 euros). Entre las cinco botellas se hizo pasar un gran reserva de 90 euros por un vino de 10 euros.
La experiencia ha revelado que el hecho de atribuir un precio elevado a un vino mejoraba la experiencia gustativa de los catadores. Parece ser, después de medir la actividad del cortex orbitofrontal medial que la zona del placer ya estaba activada ante la vista del precio antes de que se activara el centro del gusto.
Ya lo sabían los de turrones 1880 cuando lo anunciaban como el más caro del mundo. Se estaban asegurando de este modo que su turrón nos supiera mejor que cualquier otro.

25 enero 2008

despertar

A mis pies, en la misma cama, suele dormir nuestro gato. Es madrugador, pero espera pacientemente hasta que suena el radiodespertador. Entonces se levanta, avanza sigilosamente por el borde de la cama, pasa a la mesilla e intenta encender la pequeña lámpara con una tenacidad inagotable. A veces lo consigue. Hoy lo ha hecho al primer intento y sólo esto le hace merecedor de salir en este diario.

Por si esta hazaña no hubiera sido bastante, me ha apagado la radio para que no me entretuviera oyéndola. Aunque ésto haya sido accidental, no ha dejado de ser menos sorprendente.

He vuelto a poner la radio. Como aquello podía prolongarse me ha tocado en la mano con su nariz húmeda y fría. He abierto los ojos y me he topado con los suyos, verdes, grandes, redondos mirándome fijamente a menos de un palmo de los míos. Me he levantado y ha salido corriendo delante de mí hacia la cocina. Mientras le ponía el desayuno daba vueltas entre mis piernas restregándose contra ellas en una muestra de agradecimiento. ¿No es asombroso?

23 enero 2008

suicidios

En una ciudad de Gales se han suicidado varios jóvenes, unos dicen que son siete, otros que pueden llegar a trece. Una vez más la noticia llena los telediarios porque es una noticia del corazón, una noticia que va dirigida a los sentimientos. Ni un análisis sensato.
Hoy en un programa del corazón, Channel4, vuelven a la carga. Difunden la alarma a los ya alarmados padres españoles: la culpa es de Internet, la policía inglesa pone en guardia a los padres para que vigilen que hacen sus hijos. Un contertulio algo más sensato intenta poner algo de sensatez. Les hace ver que esto ya ocurría antes de que existiera Internet y también podían haberse comunicado reuniéndose en una plaza, en un bar o por carta.
Ni por un momento se les ocurre profundizar en la personalidad, preparación y futuro de estos jóvenes. Si fueran unos jóvenes como todos, hubiera habido miles de suicidios en esa pequeña ciudad galesa.