Encuentro en esta lejana playa de Urtala un mensaje dentro de una botella. Como no podía ser de otra manera es de un raro náufrago, un náufrago cosmopolita. Me comenta un escrito que debí titular problemas imaginarios de un país que derrocha una buena salud como no la tuvo hace siglos.
No doy en ese artículo soluciones, nada más lejos de mi forma de ser, y menos rápidas. Si todos tuvieran tan claro como yo que el nuevo Estatuto de Cataluña que se apruebe en las Cortes no infringirá ningún artículo de la Constitución ¿de qué iban a hablar? ¿De física cuántica, de filosofía del lenguaje, acaso de arte o literatura? Sólo les quedaría el fútbol.
Los nacionalismos son algo del siglo XIX y que culminaron con con la barbarie de las dos Grandes Guerras europeas que sirvieron para acabar de una vez por todas con los grandes nacionalismos y crear la Unión Europea, nación de naciones en la terminología francesa. Mientras el discurrir de la historia va hacia la agregación de naciones, los elementos históricamente más reaccionarios (recordemos a los carlistas) intentan ir, como siempre, en sentido contrario, hacia la disgregación. Y ya sabemos lo que les ocurre a los que nada contracorriente: al final serán arrastrados por la corriente.
Me dice que el 42% de los catalanes se define tan catalán como español. Poco me parece. Si esta encuesta se hace en Navarra posiblemente el porcentaje sería mayor. Si se refiere a que este 42% no concuerda con el 90% del Parlamento que aprobó el Estatuto no es así. A ese 42% hay que sumar el porcentaje de los que sólo se sienten catalanes y el de aquellos que no les parece tan grave y que si algo hay que pulir se hará en las Cortes. Muchos votantes del PP catalán pueden estar de acuerdo con el Estatuto.
Las palabras no son mas que palabras: sonidos o grafismos que expresan una idea y las sinónimas son expresiones que tiene la misma o muy parecida significación. Si nos mandan tomar una pastilla, píldora o grajea no nos importaría mucho el matiz. Sería muy distinto si pretendieran hacernos comulgar con ruedas de molino. Hay que tener intereses muy evidentes para organizar tales trifulcas con vocablos como nación, país, comunidad, territorio foral y así hasta el infinito. Charlas de café. Tertulias madrileñas.