Leí ayer en la prensa que los saharauis refugiados en los argelinos campos de Tinduf, peregrinan a Badajoz para recobrar la nacionalidad española que tuvieron hasta que el Sáhara fue ocupado por Marruecos. Llegan provistos de sus documentos nacionales de identidad y sus libros de familia para que no haya duda de que ellos son españoles como cualquier pacense. Lo que no aclara el articulista es por qué han elegido Badajoz.
Hoy leo otro caso más enternecedor. Es el de Gabino Iglesias, un portorriqueño que también quiere ser español. El destino lo trajo a una base americana en España y al jubilarse decidió quedarse en la que el tiene por su tierra. Gabino nació en 1921 de padres nacidos en Puerto Rico en 1896, cuando la isla era una de las provincias de ultramar, tan provincias como las Canarias o Zaragoza y más que Navarra, si la antigüedad fuera un grado en cuestiones provinciales, pues la primera fue provincia española desde 1492 y esta última desde 1513.
El juez, en abril de 2004, decidió que Puerto Rico antes de 1898 no era territorio español y don Gabino, con ese dulce deje caribeño, se pregunta perplejo: Si mis papás no eran españoles ¿qué eran? A primera vista da la impresión que este juez sabrá de leyes lo justo, pero sus conocimientos históricos son escasos y su sensibilidad hacia la pentición de un anciano de 85 años que sólo quiere ser enterrado como español es nula.