Este ha sido un verano musical. No de conciertos y de ciclos de música antigua, sino de aparición de instrumentos musicales. Primero fue una antigua bandurria la que apareció en el desván de la casa de Urtala, porque Urtala existe, donde permanecía olvidada, ligeramente rota y descordada. Nadie recuerda que antepasado pudo tocarla.
A mi cualquier cosa rota me provoca unas ganas irrefrenables de reparación. Lo primero fue encolar las partes sueltas y las grietas abiertas. Luego una buena limpieza. Como iba quedando con muy buen aspecto, no quise echar a perder el trabajo y le encargué a un restaurador que le diera una buena capa de laca a la muñequilla.
Cuando me la devolvió estaba como nueva. Le puse las doce cuerdas y surgió el segundo reto: ahora había que aprender a tocar la bandurria. En diez días, no tuve más tiempo, aprendí a tocar torpemente Las mañanitas con la que obsequié a mi hermana por su cumpleaños.
Estábamos en casa de una prima. Después de aquella actuación memorable me dijo que en el cuarto ropero, en un baúl, había un instrumento parecido. Subí a buscarlo y allí estaba. Era un laúd, el de la foto.
Hoy me he matriculado en el curso de bandurrias, mandolinas y laúdes que organizan Los Amigos del Arte, que empieza el próximo día 15. El resultado en junio. Y en el próximo cumpleaños de mi hermana espero que no se rían tanto.
5 comentarios:
Que me alegro. Supongo que los Amigos del Arte son esa asociación de la c/ Mayor, cercana a donde el maestro Zabalza daba sus clases (nº55) y que siempre tenía en el escaparate un colosal violonchelo.
Esperamos actuación estelar por Navidad. Suerte!
Los Amigos del Arte estaban en el Palacio del Condestable. No recuerdo el colosal violoncello. ¿Era del maestro Zabalza o de Los Amigos del Arte, de los que hablaré en otra postal?
Ah, es verdad, cerca ya de la Jarauta. Me equivoqué entonces. El violonchelo era de esos que yo creía Amigos del Arte, pero que en el fondo son una tienda de instrumentos, creo...
Me encantan los laúdes y las bandurrias. En mi casa había una (una bandurria) hecha trizas y colgada siempre de una columna extraña en la pared. Pero allí nadie tenía ansias reparadoras y creo que terminó en la basura o algo peor.
Qué bien que se hable de instrumentos de cuerda pulsada justo hoy, día en que acabo de recibir mi primera guitarra ehpañola.
Publicar un comentario