29 julio 2007

el vivo

José Villareal, El Vivo, es un personaje de estas tierras, que aunque la naturaleza le jugó la mala pasada de darle una pierna más corta que la otra, supo superarlo con su temperamento.

Al llegar las fiestas del pueblo saltaba el primero a las vaquillas y su cojera se convertía en ese tumbao que tienen los guapos al caminar. Citaba a la vaca y le hacía pases y recortes que arrancaban los aplausos del público. Me cuenta que en tres ocasiones mató un novillo en la plaza del pueblo. Un año hubo hasta manolas que fueron llevadas en un carro de labranza a la plaza, donde ocuparon un palco de honor. Dice que le ofrecieron ser novillero, pero no aceptó.

Sí me confiesa por qué fue efímero el trabajo de vendedor ambulante de aspiradores. Conoció a un representante en una farra nocturna. Viendo el representante la personalidad, el don de gentes y la capacidad de persuasión de El Vivo le ofreció ser vendedor en la zona. El Vivo, en un principio, aceptó, pues pensó que nunca faltaría en las casas polvo que recoger. En su primera venta llegó a la casa elegida cuando estaban a punto de acostarse y aún se empeño en pasar el aspirador a una habitación. Ante la negativa de la dueña tuvo que conformarse con pasarlo a un armario. Se quedó la dueña sorprendida y molesta por la cantidad de polvo que almacenaba aquel rincón de la casa.

No sé si le vendió el aspirador o no, lo que sí se, por boca de El Vivo, es que se dio cuenta que la venta a domicilio no era para él pues, al fin y al cabo, era trabajo y el horario de los clientes era incompatible con el suyo, amigo de la noche y de la farra.

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