En nuestras sobremesas surgen con frecuencia temas literarios, especialmente cuando recibimos a dos jóvenes contertulios amantes de las letras. Uno de ellos siempre manifiesta un cierto desprecio por la novela histórica y yo le pregunto, para centrar el tema, como mandan los tomistas, que entiende por novela histórica.
Para algunos, incluidas algunas editoriales especializadas en el género, como Edhasa, cualquier novela que sitúa su trama en el pasado ya es novela histórica. Da lo mismo que los hechos y los personajes nada tengan que ver con personajes y hechos históricos.
Mafarka, la primera novela de Marinetti, fundador del Futurismo, fue publicada en España en 1921 en una colección erótico-popular, por lo que aquellos lectores no se enteraron que estaban ante una obra futurista de la más autentica vanguardia. Mafarka, puede tener su componente erótico, pero nada tiene que ver con las obras de la colección dentro de la que se publicó.
Una novela histórica debe narrar de manera novelada sobre hechos y personajes hiostóricos aunque se permita introducir alguna licencia literaria como la incorporación de algún personaje no histórico. En cuanto a la calidad de estas novelas las tenemos de todos los tipos, desde Memorias de Adriano, de Margerite Yourcenar, o Juliano el Apóstata, de Gore Vidal, a otras regulares y a otras francamente malas. Como en cualquier otro género.
1 comentario:
El otro día, en la sobremesa, se apuntó el osado tema de "en qué reside el hecho literario", otrora debatido cual sofólogo (esto sólo lo entenderá Bro) con ese tal De La Iglesia. Como joven contertulio amante de las letras, aludí quizás con poco entusiasmo un concepto que no sé de dónde he tomado, pero que define a la literatura un intento de explicar el mundo sin función premeditada. En la novela histórica, la función de amenizar el relato del pasado ya instrumentaliza el hecho literario, y lo convierte en algo al servicio de. Con la novela histórica pasa eso, que se convierte en un subgénero, puesto que tiene unas normas acotadas -si no nadie hablaría de novela histórica-, y por tanto, es aprehensible, funcional, no arte. (Entiendo arte como todo lo más opuesto a la Pantoja.) 'Cien años de soledad' también sería esclavo en cierta manera de esa voluntad de 'entretener' que hay en toda su obra, y los críticos muy críticos no se llenarán la boca hablando de la magistral obra de Gabo, pues hay en ella una intención expresa, un truco. La verdadera literatura sería entonces aquella que surge de un modo un tanto indescriptible, que trasciende la voluntad humana, el matemático diseño de tramas, personajes y demás, y sin embargo crea un fresco potentísimo que expresa más que mil ensayos jungerianos sobre el pathos y el kosmos. La verdadera literatura se impone al autor, le domina, y crea paisajes que ni él mismo había imaginado, como en una mágica alquimia de la que siempre se destila algo valioso. Lógicamente, esto no es habitual, ni todos los anaqueles de las librerías están llenos de tan valioso jugo. Y pondré un ejemplo, para que no se me tache de difuso: La metamorfosis, Franz Kafka.
Publicar un comentario