El reloj ya se ha terminado. Podíamos seguir introduciendo mejoras hasta el infinito, pero hay que saber poner fin a un obra. Este tipo de reloj es, como ya creo que escribí, el primer reloj mecánico que se construyó allá por el final del siglo XIII. Al no tener un regulador con un periodo propio de oscilación, su error podía ser de hasta treinta minutos al día. Pero eso, no tenía la menor importancia en aquellos tiempos lentos del medioevo y menos aún para la vida sosegada de los conventos cuya vida iba a regir indicando el rezo de las horas. Hasta entonces no tenían más que el cantar del gallo y el problemático reloj de sol, siempre a merced del capricho de las nubes. Todos los días al medio día, el hermano relojero subiría al campanario a darle al reloj la cuerda que se le había escapado en el girar de sus poleas, y aprovecharía a ponerlo en hora en este momento de hora precisa.
El reloj hecho con el Meccano todavía tiene más problemas. Al no disponer ni de engranajes con un número de dientes que sea múltiplo y submúltiplo de 60, ni de un número suficiente de los otros, marca un tiempo irregular y desconocido. La pesa es una plomada de albañil, lo más parecido a una pesa de reloj que he encontrado y su caída , en el breve recorrido de unos 30 centímetros, sólo tarda 20 minutos, muy lejos de los 1.440 que tiene un día. La rueda de escape tiene 15 dientes mal ajustados, cuando debía tener un mínimo de 60 perfectamente tallados. A pesar de todo, la emoción que sentí cuando, al colgar la pesa, empezó a funcionar es imaginable. Lo que hasta hace poco eran sólo unas pocas viejas piezas metálicas, comenzaron a moverse con un latido acompasado: tic, tac, tic, tac...
1 comentario:
Me gustaría hacer una pequeña aportación en esta tema, aunque la página web tiene intencionalidad comercial no por ello deja de tener contenido documental.
En www.relojdemadera.com pueden ver un video y fotos de un reloj foliot a la venta para aquellos interesados en este apasionante tema.
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