20 agosto 2007

salón

En aquellas casas burguesas de más de 180 metros cuadrados, este parecía ser el límite inferior de un piso burgués, además de otras habitaciones privadas, había un cuarto de estar, un comedor y una sala. La sala era un lugar vedado que sólo se abría en ocasiones señaladas. Nunca conocí que hubiera salón.

El salón estaba reservado a la aristocracia, que lo había heredado de sus antepasados, o a la alta burguesía de finales del siglo XIX y principios del XX, que había amasado grandes fortunas y se había mandado construir palacetes. Estos salones, en los que se daban grandes fiestas seguidas de suntuosos bailes, no podían ser menores de 120 metros cuadrados.

Hoy en día, bendito sea Dios, todo el mundo dice tener salón. Yo no soy tan afortunado. He visto algunos de esos salones y suele tratarse de una habitación de unos seis metros de larga por tres de ancha (18 metros cuadrados) que es a lo que se ha reducido el cuarto de estar, el comedor y la sala. Se ha reducido el espacio en tres veces y se ha aumentado la pretenciosidad en seis. Si hubieran sabido que existieron, al cuarto de baño lo llamarían termas.

1 comentario:

elnaugrafodigital dijo...

Recuerdo una estancia que usábamos de salón, pero que en puridad se llamaría salita. Era la más pequeña de cuantas había en ese abundante en metros piso, pero allí nos acurrucábamos todos como polluelos en una ola de frío. Recuerdo un sofá que debía emanar algo así como éter, pues producía a sus usuarios una agradable modorra cargada de bienestar y paz de espíritu. Se necesitaba poco en aquel minúsculo salón, y uno se convertía en un estoico feliz, escuchando el relato de las cotidianeidades de provincias, tan irrelevantes como cargadas de valor, de humanidad de final de día y helado de los italianos de mantecado.