14 agosto 2007

proeza

Leo en la prensa, en esas secciones que Rosa Regás y yo leemos, que un joven francés de 16 años ha traducido y puesto en Internet el último libro de Harry Potter, Harry Potter and the Deathly Hallows. Sin ninguna otra motivación que su pasión por los libros. El adolescente de Bouches-du-Rhône en Aix-en-Provence fue detenido el pasado lunes después de que Gallimard, la editorial encargada de publicar los libros en Francia, diera con la versión de Harry Potter et les Reliques de la Mort y quedasen asombrados frente a una traducción “casi profesional” (palabras textuales de los representantes de la editorial).

Todo en dos meses. El libro tiene 607 páginas en su edición inglesa y 748 en la norteamericana. Así que tuvo que traducir diez páginas al día, no parece mucho, pero sólo alguien que ha pretendido una hazaña semejante, sabe valorar este logro.

Me propuse hace muchos años traducir al español moderno el único libro de caballerías que se libra de la quema en el Quijote: Amadís de Gaula. Todavía estoy por conseguirlo. Quizá sea porque, en mi caso, se trataba de una tarea inútil y toda tarea inútil conduce a la melancolía.

Tiempo después, se publicó en España Los hechos del Rey Arturo y sus nobles caballeros, trasladado magistralmente al inglés moderno por el premio Nobel norteamericano John Steinbeck. Que nadie se asuste, he utilizado el término trasladado, porque tratándose de versiones en el misma lengua pude ser más apropiado que traducido.

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