26 enero 2008

turrón 1880

Científicos de la Universidad de Stanford han realizado un estudio inutil como tantos otros en Ciencias (sic) Humanas. Han ofrecido a un grupo de 21 voluntarios cinco botellas de vino de las que no les daban a conocer más que el precio. Entre ellas dos botellas del mismo vino se presentaba con dos precios, uno asequible (10 euros) y otro más elevado (45 euros). Entre las cinco botellas se hizo pasar un gran reserva de 90 euros por un vino de 10 euros.
La experiencia ha revelado que el hecho de atribuir un precio elevado a un vino mejoraba la experiencia gustativa de los catadores. Parece ser, después de medir la actividad del cortex orbitofrontal medial que la zona del placer ya estaba activada ante la vista del precio antes de que se activara el centro del gusto.
Ya lo sabían los de turrones 1880 cuando lo anunciaban como el más caro del mundo. Se estaban asegurando de este modo que su turrón nos supiera mejor que cualquier otro.

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