22 octubre 2007
biocombustibles de nuevo
Tiene que venir Hartmut Michel en mi ayuda para intentar convencer a mis lectores de que los biocombustibles no son mas que una fuente inagotable de problemas. Hartmut Michel, alemán, 59 años, que recibió el premio Nobel de Química en 1988, conjuntamente con Johann Deisenhofer y Robert Huber, por determinar por cristalografía de rayos X y en una bacteria, el funcionamiento en detalle de la fotosíntesis, la reacción más importante del mundo, según el jurado. La fotosíntesis utiliza luz solar como fuente de energía para obtener sustancias orgánicas a partir de inorgánicas: agua, CO2 y sales minerales. Michel sigue en el Instituto Max Planck, estudiando la función de enzimas que tienen un papel en la respiración y el metabolismo.
En la reunión de premios Nobel celebrada este verano en Lindau (Alemania), Michel mostró que los combustibles de origen vegetal no son una buena opción para combatir el cambio climático: no ahorran emisiones de CO2 y promueven la deforestación de la Amazonia. "No soy el único que dice esto, basta hacer los cálculos para verlo. Sólo que los políticos no quieren escuchar esta idea", dice Michel.
Para producir algunos biocombustibles, como los basados en el alcohol, hay que gastar grandes cantidades de combustibles fósiles en el laboreo de la tierra, en el trasnporte del grano, en la fermentación y finalmente en la destilación. La producción y el uso del biogás o el biocombustible no son neutrales en cuanto a la producción de CO2, porque al menos el 50% de toda la energía contenida en el biogás o en el biocombustible procede de fuentes fósiles. (continuará)
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