15 octubre 2007

no era un sueño

Ayer tarde, mientras dormía, soñé, bendita ilusión, que una luminosa columna verde esmeralda, acababa con la contaminación. Desperté y no era un sueño. En Francia, país del racionalismo, han puesto en funcionamiento en un aparcamiento unas maravillosas columnas de vidrio llenas de agua con un cultivo de algas verdes que iluminan  las tinieblas del subterráneo con una relajante luz.
Estas algas, como todos los vegetales, se alimentan de luz y de aire, precisamente del CO2 atmosférico. Así que nada más fácil, se les ilumina por la parte superior de la columna, que no es otra cosa que un gran tubo de cristal y se les insufla por abajo el, para nosotros, ponzoñoso aire cargado de CO2 del aparcamiento subterráneo. Ellas, a cambio, nos devolverán oxígeno, que burbujea bellamente hacia arriba por el interior de la columna.
Mientras tanto la población de algas crece de una manera exponencial siguiendo la ley natural y que matemáticamente describió Verhulst con la ecuación:
N=K/(1+e^a-r·t)
siendo N, el número de individuos de la población; K , la capacidad máxima del medio; r, la tasa intrínseca de crecimiento y t, el tiempo transcurrido.
Sabiendo N al comienzo del cultivo (t=0) se puede calcular el valor de a.

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