Estos europeos vascones prehitóricos no sólo dejaron su huella al denominar lugares sino que, por ejemplo, en algunos países todavía utilizan su antigua manera de contar. Los indoeuropeos introdujeron su forma de contar de diez en diez. Sin embargo todavía hoy se cuenta en euskera de veinte en veinte de la siguiente manera: “ veinte” “ veinte y diez” ( por treinta) “ dos veces veinte” ( por cuarenta) “ dos veces veinte y diez” “tres veces veinte” etc. Los celtas, un pueblo indoeuropeo, podrían haber tomado su forma de contar de veinte en veinte de los vascones.
En francés antiguo se empleó este sistema - el vigesimal- de manera continua hasta 360 y todavía quedan restos en el francés actual “quatre-vingts” (cuatro veces veinte, por ochenta) o quatre-vingt-dix (cuatro veces veinte y diez, por noventa). Incluso el danés conserva esta forma de contar.
La genética aborda el tema de cómo se repobló Europa en tiempos después de la glaciación de manera bien distinta, pero llegando a conclusiones increíblemente parecidas. Los expertos en genética molecular han encontrado indicios que demuestran que la mayor parte de los antepasados de los europeos actuales ya vivían en Europa durante la glaciación. Los científicos creen, al igual que por los datos resultantes de la investigación lingüística, que la repoblación de Europa occidental después de la glaciación se inició desde el refugio del norte de la península ibérica y el sur de Francia.
En tiempos históricos los romanos denominaron a los vascos como vascones y estos ocupaban un territorio varias veces mayor que el actual. De estos territorios era parte integrante la Gascuña, provincia del sur de Francia (anteriormente Vasconia). Sin embargo hasta hace poco se consideraba a los vascos como una reliquia, que había podido subsistir a pesar de las invasiones indoeuropeas por lo apartado del lugar que habitan. Efectivamente los vascos no se diferencian genéticamente demasiado del resto de europeos. El antropólogo y etnólogo austríaco Félix von Luschan (1854-1924) que rechazaba la división de la Humanidad en razas de distinta procedencia, escribió en 1922: “nunca hubiera estado en situación como para poder reconocer a ni uno sólo de ellos como propiamente vasco ”.
Posiblemente la lengua vascona empezara a formarse entre los grupos humanos que sobrevivieron a la glaciación en el sudoeste europeo, en una de las últimas zonas habitables de los Pirineos. Hace 18.000 años, cuando los glaciares empezaron a derretirse después de que llegara a su punto culminante el período de glaciación, estas gentes comenzaron poco a poco a penetrar hacia el centro y norte del continente. Estas regiones se hallaban prácticamente despobladas y los recién llegados pusieron nombres descriptivos o topográficos a ríos, montes, valles y pantanos. Trajeron consigo la cultura magdaleniense hacia el este del continente hasta Moravia y Turingia.
En el norte de Alemania se desarrolló una cultura de cazadores de renos que se extendió hasta Pomerania y llegó hasta las islas británicas. Incluso hoy en día se pueden reconocer en los nombres de numerosos ríos del este de Europa que sus nombres seguramente proceden de tempranas variantes escindidas del vascón.
Hasta en el habla cotidiana del alemán ha dejado su huella el vascón. Desde hace tiempo existe la opinión de que Land (país) es una palabra prestada del vascón. Éste pudiera ser el caso de Harn (orina), Schenkel (pierna, muslo), Garbe (manojo), Mure, Anger, Haken (gancho), Krapfen (bollo, buñuelo), Kralle ( garra), Latte/Laden ( tabla, vigueta), Eisvogel - antiguamente Is-arn (alción, martín pescador) y Senne (vaquero alpino). Sin embargo, en parte estas palabras pasaron al alemán por medio del latín. Käse ( queso)- en euskera gazi, salado- pasó al alemán por medio del latín. El vocablo latín mons (monte) o grandis (grande) bien pueden ser préstamos del euskera. Incluso la antigua regla de poner la acento en la primera sílaba de la palabra podría provenir del vascón. Esta regla se ha aplicado en todas las lenguas - y sólo en éstas- que procedían del este y llegaron al oeste como es el caso de las lengua germana, la celta, el latín antiguo y el etrusco, lengua no indoeuropea.
Posiblemente será menos sorprendente haber podido encontrar elementos vascos en el norte de África. Se cree que las gentes de ambos lados habrían podido cruzar el estrecho de Gibraltar en las dos direcciones en muy tempranas épocas, ya que durante la glaciación, la distancia entre ambas orillas era bastante menor. En los últimos cuarenta mil años aparecieron paralelos en las culturas del sudoeste de Europa y en el norte de África.
En Marruecos se encuentran ríos y lugares con nombres de evidente procedencia vascona. En un dialecto bereber, el tachelhit, se utiliza como en euskera el sistema vigesimal para contar, y muchas historias de los bereberes se parecen a los cuentos de los hermanos Grimm. La poco usual piel clara y ojos azules que tienen algunos bereberes podría deberse a un parentesco con los vascones. Los estudios genéticos prueban que existen todavía en Argelia un ocho por ciento de típicas líneas genéticas hereditarias europeas y viceversa, en España existen líneas bereberes.
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