16 mayo 2007
toro de lija
Hace unos años, Diario de Navarra obsequió a sus lectores con una colección de monedas de plata de Navarra desde los iberos hasta la anexión a Castilla del viejo reino, pasando por los romanos. Al coleccionista observador no le fue difícil constatar las épocas de esplendor y de decadencia de este territorio por la calidad del diseño y de la ejecución de las monedas originales, de las que éstas eran fieles réplicas.
De la misma manera, podemos seguir la evolución de las fiestas de San Fermín viendo la colección de sus carteles anunciadores.
En una primera época, cuando Pamplona no había roto el cinturón de sus murallas, los carteles exhibían el estilo más anticuado y recargado de fines del XIX. Eran una amalgama de todas las estampas de la fiesta –un monumento, la procesión, los gigantes, una escena taurina– separados por guirnaldas, nubes, alardes tipográficos y una explosión pirotécnica.
A partir de los años 30 y hasta el final de los 50 los carteles tuvieron, como las fiestas sus años de esplendor. Los carteles eran realizados por ilustres pintores locales y a las fiestas venían visitantes de postín. Eran los años de Hemingway, el Aga Kan (nunca supe qué hacía en los sanfermines el líder religioso de los ismailitas), Ava Gadner, Orson Wells y tantos otros.
A mediados de los 60 la ciudad comenzó a crecer, hasta duplicar su población en pocos años, con gente venida de los pueblos y la fiesta se fue haciendo más multitudinaria, juvenil y pueblerina. Y los carteles fueron siguiendo una evolución paralela, hasta llegar al toro de lija, cartel de 2007.
1 comentario:
No es por discutir, pero a mí me ha gustado. Tiene su toque 'pop'.
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