27 marzo 2007

la lengua de los europeos prehistóricos (2/3)

Esto es igualmente aplicable en el caso de nombres de poblaciones. La guía alemana de códigos postales recoge siete localidades con el nombre de Ebersberg, además de nueve Ebersdorf y dieciséis Ebersbach. En total hay ochenta lugares que comienzan con “eber” desde Eberau hasta Ebertsheim.

También en Francia existen nombres que comienzan con “eber” a docenas. Debido a que pertenecen a otra familia de idiomas suenan de manera diferente, pero aún con todo Ebréon, Ibarrolle, Evrune, Ivry, Ivors, Averdon, Avricourt, Avrolle, Yvré y muchos más, hasta donde nosotros hemos podido investigar, provienen todos de la misma raíz idiomática. Entre otras cosas ningún francés relaciona estos nombres con el jabalí ya que jabalí ( eber en alemán) se dice sanglier en francés.

Si se quiere creer que los nombres de corrientes fluviales, así como otros topónimos proceden de antiguos pobladores ya desaparecidos, habría que tener en cuenta a los primeros colonizadores en Europa que aparecieron justo después de la última glaciación.

Los agricultores no comenzaron a penetrar en el continente hasta Centroeuropa hasta hace 7.000 años. Sin embargo mucho antes se habían vuelto a poblar lugares que en la última glaciación habían sido completamente inhóspitos. Los arqueólogos consideran que el primer temprano asentamiento permanente en Friburgo -la llamada Toscana alemana- y sus alrededores después del punto culminante de la última glaciación, se produjo hace por lo menos 18.000 años. Con certeza estos grupos de población , los antiguos europeos, ya habrían dado nombre a los ríos y lugares del espacio donde vivían, por lo tanto no se puede excluir que algunos nombres propios provinieran de esta fase tan temprana. Incluso en nuestros días se ha podido constatar en las regiones más variopintas del mundo como denominaciones geográficas dadas por la población autóctona eran adoptadas y, a su vez, adaptadas a su propio idioma por grupos de población inmigrante, aunque sin entender realmente el significado de dichos nombres.

En contra de la teoría de que los indoeuropeos hubieran acuñado los antiguos nombres europeos de los ríos se puede decir que no tiene sentido que los nombres de arroyos y ríos de España contengan las mismas raíces que los de los ríos de más allá de los Alpes y esto es así porque los indoeuropeos no consiguieron llegar tan al sudoeste hasta el último milenio antes de Cristo. Algunos de los nombres ibéricos de torrentes de agua ya habían sido anteriormente relacionados por los lingüistas con palabras vascas. Según la teoría aquí presentada, los nombres de ríos en el resto de Europa podrían explicarse de esa manera. En vasco se encuentran los citados elementos característicos como son is, ur o ibar que se esconden detrás de muchos nombres de ríos europeos. Todos contienen un significado relacionado con el agua o con manantiales naturales.

De igual manera se pueden explicar los nombres frecuentes de localidades por su relación con ríos. Así podemos encontrar numerosos nombres que contienen ,de manera evidente, el elemento vascón is, que suele aparecer en palabras compuestas y que significa “río o corriente de fluvial”. Por ejemplo en Baviera existen los siguientes lugares: Ismaning (anteriormente Isamaninga), Isen (anteriormente Isana) y Eisolzried (anteriormente Isoltesried); por su parte se pueden encontrar en Suiza las localidades de Isen e Isel.

En vasco existe el sustantivo aran que significa “ valle” y nombres relacionados con esta palabra se dan en toda Europa. Por ejemplo en el sur de Inglaterra encontramos la ciudad de Arundel y tanto en Noruega como en Suecia existe una Arendal. En Alemania encontramos numerosos ejemplos como Arnach, Arnsberg, Arnstern, Arensburg, Ahrensburg. También es el caso de Ohrenbach im Odenwald que antiguamente se llamaba Aranbach, se suma a la lista la localidad del Alto Palatinado Mohrenstein, que anteriormente se llamaba Marnstein (en Arnstein).

Munich (München) no significa “donde viven los monjes” (Mönchen), ni siquiera habrá sido una fundación cristiana. Su denominación original debió ser Munica, que significaría “lugar sobre la meseta junto a la orilla”. La palabra vasca mun ( o en su forma primitiva bun) significa “orilla, declive, elevación del terreno”. El antiguo Munich se ubicaba sobre la colina de Petersbergl junto al río Isar. De nuevo el prefijo is-.

Todo esto viene a confirmar la teoría de que los europeos prehistóricos que dieron nombre a estos lugares hablaban una lengua emparentada con el vasco. Tendrían que haber sido gentes que hubieran sobrevivido a la glaciación en algún refugio del sur de Europa y que hubieran desarrollado un idioma común. El único lugar apropiado en Europa occidental era el situado entre el suroeste francés y el norte español. En esa zona de refugio, la tierra vasca pirenáica, aún se habla vasco.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Estimado Catón, ¿todo eso lo dice usted de memorieta? Todo trabajo expositivo, sea un post o el Tractatus de Wittgenstein, debe citar a sus fuentes, en aras de dar credibilidad a lo expuesto, y poder así comprobar o ampliar lo allí plasmado.

jpascualripa dijo...

Si Mario Moliner hubiera leído la primera línea de este correo recordaría que empezaba así: Leo en Investigación y Ciencia un artículo de los lingüistas alemanes Elisabeth Hamel y Theo Vennemann.

Respecto al uso de las citas me encuentro entre dos posiciones enfrentadas,nunca en una situación esquizofrénica como oimos y leemos en los medios de comunicación.

Por un lado, el uso abusivo de citas puede resultar presuntuoso o, por el contrario, indicar la ausencia de ideas propias. Por otro lado, su uso sin advertirlo sería una apropiación indebida, que podía tomarse por un intento de apropiarse de los conocimientos o el ingenio de otros.

¿Qué hacer? Evitar las citas como Don Quijote aconsejaba a Sancho evitar los refranes, citas, al fin y al cabo, de autores anónimos.