Aquellos que me impulsaron a continuar con mi blog me hacen saber, por vías no reglamentarias, que el artículo La lengua de los europeos prehistóricos es un peñazo. Imagino que, para ellos, con el ya publicado y los dos prometidos se podría construir un dolmen. Magdaleniense, por supuesto.
Este el el resumen. En la última glaciación las poblaciones prehistóricas que ocupaban Europa se refugian en el suroeste francés y norte de España. Hacia el final de esta glaciación crean la cultura magdaleniense, rica en distintas manifestaciones artísticas y una lengua, el vasco.
Cuando los hielos se van retirando hacia el norte, estas gentes van repoblando el continente europeo y de ello hay dos pruebas complementarias, al parecer irrefutables, una genética y la otra lingüística. Ésta última se pone de manifiesto en los nombres de ríos (eber-, ur-, is-, al-), Ebersberg, en Alemania se encuentra junto al río Eb(e)rach. Vegas (ibar-), valles (aran). Colinas (mun) de donde, según los autores del estudio, vendría el nombre de Munich, antigua Munica.
La prueba genética, obtenida por el estudio de ADN mitocondrial, indica una misma población desde Pomerania hasta las Islas Británicas y desde Suecia hasta Marruecos (no es raro encontrar hoy día bereberes de piel clara y ojos azules). Se puede afirmar que todos los europeos somos vascos. Unos conservan la lengua ancestral como segunda lengua, la mayoría la han sustituido por otras lenguas indoeuropeas traídas por pueblos venidos del este.
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